Las fiestas de San Antonio de Padua en Toto, uno de los eventos más esperados en el calendario festivo de Fuerteventura, tienen una historia que se remonta a tiempos de sencillez y vecindad. Antonio Perdomo Delgado, pregonero de esta edición, evocó durante su pregón recuerdos entrañables de sus inicios.
«La fiesta se celebraba en el barrio más pequeño del pueblo», relató Perdomo. «Solo había dos vecinos. En frente estaba la tienda conocida de la familia Silvestre, de Isabelita, y más abajo, ya desaparecida, Siriaquito, con apenas dos casas más.»
En una época donde no había plazas ni espacios adecuados para festejar, el barrio pequeño se convirtió en el corazón de la celebración. «Allí había un saloncito, que era en realidad el garaje y almacén de mercancías de la tienda, con unos 90 o 100 metros cuadrados. Ese era el lugar de los bailes, porque no había otro sitio para reunirnos.»
Con carácter popular y espontáneo, el barrio, que respondía a tres nombres locales —»Tirea» (por la montaña), «la carretera» y «en frente» (de la tienda)— se transformaba en un punto de encuentro para la juventud. «Se paseaba por la carretera, porque en junio hay más luz solar y los coches no estorbaban tanto. Era una ocasión para rezar a San Antonio, patrón de los novios, y también para buscar pareja», recordó entre risas.
El relato de Antonio Perdomo es un testimonio del valor de las tradiciones y de cómo, incluso en los lugares más pequeños y con pocos recursos, florecen las celebraciones más significativas. Hoy, las fiestas de San Antonio en Toto mantienen ese espíritu, homenajeando su origen y el calor humano que las hizo posibles.