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El Guanche: palabras raras y olvidadas de un idioma extinto que aún resuenan en nuestras islas

Un legado lingüístico que sobrevive en la toponimia, el habla popular y la memoria cultural del Archipiélago

Aunque el idioma guanche desapareció oficialmente tras la colonización de las Islas Canarias en el siglo XV, su huella sigue presente en muchas palabras que, aún hoy, sobreviven en la toponimia, los nombres propios y algunas expresiones populares. El guanche, lengua hablada por los antiguos pobladores bereberes de las islas, está considerada una lengua extinta, pero no olvidada.

Algunas de sus palabras más curiosas y poco conocidas han sido objeto de estudio por lingüistas e historiadores, y reflejan una forma de ver el mundo muy diferente a la actual. Entre ellas destacan:

  • Acorán: nombre que usaban los guanches de Tenerife para referirse a su divinidad suprema.

  • Guatimac: ídolo o figura ritual de piedra, símbolo sagrado de los antiguos canarios.

  • Tindaya: nombre de una montaña sagrada en Fuerteventura, que guarda una fuerte carga espiritual para los antiguos mahos.

  • Chaxiraxi: nombre con el que los guanches de Tenerife conocían a una de sus diosas, y que luego fue asociado con la Virgen de Candelaria.

  • Tamarán: nombre aborigen de la isla de Gran Canaria.

  • Magec: palabra que designaba al sol, considerado divinidad vital en algunas islas.

  • Achinech: nombre original de Tenerife en la lengua guanche.

Estas palabras no solo son tesoros lingüísticos, sino también fragmentos vivos del alma cultural canaria, y merecen un mayor impulso institucional para ser preservadas, estudiadas y difundidas.

Actualmente, instituciones como museos etnográficos y departamentos universitarios trabajan para recuperar y conservar este valioso patrimonio inmaterial. Se destaca la necesidad de crear espacios educativos, proyectos artísticos y rutas culturales que permitan a las nuevas generaciones conocer el idioma de sus ancestros.

El guanche no ha muerto del todo: vive en los nombres que pronunciamos a diario, en las montañas que veneramos y en la memoria que aún queremos reconstruir.

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