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Algo se muere en alma cuando un amigo se va

Hay veces que no llegó a comprender al ser humano. Siempre hemos sido una tierra que se ha caracterizado por acoger a las personas que vienen a nuestra isla buscando un futuro mejor.

Con la llegada del coronavirus, de pateras, de personas que llegan para intentar buscar un futuro mejor, nos hemos topado con la triste realidad. Quizás ya no somos esa isla que abría sus puertas de par en par a la persona que llegaba de afuera y lo invitábamos al puchero del domingo. Quizás ya ha pasado a mejor vida.

Ahora lo que parece que está pululando y demasiado es el «mientras yo esté a salvo, el resto me da igual». Nos hemos convertido en una sociedad donde el respeto, la tolerancia, el dar valor al prójimo, eso en los tiempos que vivimos no lo estamos viendo y, sinceramente, creo que no lo volveremos a ver jamás.

Hoy se ha echo oficial que mi amiga, Anke Melián, una persona que llegó a Fuerteventura con toda la ilusión del mundo, que hizo su vida aquí, que trabajó aquí, que se involucró con la sociedad majorera, que ha ayudado a muchas personas, ha echo oficial lo que ya algunos sabíamos. Tiene que dejar esta querida isla porque, además de que no encuentra solución laboral, se han cebado con ella por ser «extranjera». Me duele, y bastante, escribir eso de «extranjera». Porque para mí, quien escribe esto, David Rodríguez, no es una «extranjera». Anke Melián es una persona que ha luchado y bastante por intentar labrarse un buen futuro, para ella, para su hija, pero también para la sociedad con sus «mechones solidarios»

Querida Anke, desde aquí decirte que siempre tendrás un amigo en Fuerteventura, y que sinceramente espero que algún día la sociedad retome el volver a invitar al puchero de los domingos a todos los que amen mi tierra, tanto o más como la amas tú.

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