En el marco de la Feria Insular de Artesanía, conocimos a Carmen, una mujer que no solo ofrece productos tejidos con dedicación, sino que representa un ejemplo inspirador de superación personal a través del arte tradicional.
“Hace diez años sufrí un ictus que me dejó la mano izquierda prácticamente paralizada”, relata. Aunque los médicos le indicaron que debía someterse a rehabilitación, Carmen encontró en la artesanía una herramienta inesperada para sanar: “Gracias a la cabezonería mía me puse a tejer, y gracias a esta artesanía —que para mí es un hobby— logré recuperar mi mano… y recuperarme a mí misma”.
Carmen no solo recuperó la movilidad, sino también su identidad y fuerza interior. Hoy, asegura con firmeza que la artesanía no es solo lo que se ve a simple vista: “Detrás de cada artesano hay una historia. La artesanía es trabajar la mente con las manos y nos ayuda a evadirnos de los problemas”.
La técnica que practica ha sido catalogada como “el yoga del siglo XXI” por su impacto terapéutico. “Ayuda muchísimo a nivel mental y con la ansiedad. Incluso he tenido alumnas a las que les han quitado tratamientos psiquiátricos gracias a que hacen este tipo de artesanía”, explica Carmen, subrayando el enorme poder sanador de lo hecho a mano.
Su testimonio emociona y deja un claro mensaje: la artesanía no solo conserva tradiciones, también puede transformar vidas.